Cada día surgen nuevos nichos de negocio y las estructuras en las compañías van cambiando conforme el mundo avanza. Pero no debemos dejar pasar por alto un hecho que puede suponer otra revolución dentro del común organizacional: la necesidad de sobrevivir a base de tomar la mejor decisión posible cuando se presentan opciones difíciles.
A priori parece que estamos hablando de algo nimio y que siempre se ha tenido en cuenta. Lo cierto es que las empresas dentro de sus diferencias, de sus variantes y su multitud de sectores en un alto porcentaje de ocasiones no toman la mejor decisión posible sobre todo porque habitualmente esa mejor vía no tienen nada que ver con el consenso.
El consenso, el punto débil de las empresas
La aprobación por parte de todos o el llegar a una conclusión común muchas veces viene influenciado por una carga emocional considerable o incluso está delimitada por intereses dentro o fuera del mismo equipo o está sometida al pensamiento único.
Por eso, al hablar de toma de decisiones y de soluciones efectivas, es mejor abogar por la democracia de la inteligencia y no tanto por la democracia del individuo es decir por aquellas decisiones cuya forma de concebirse y de tomarse nos garantice la mayor dosis posible de inteligencia, entendida como la maximización de la probabilidad de acertar.
Gestión directiva actual en las empresas
La gestión directiva actual de las compañías, pasa muchas veces por una toma de decisiones basadas en la minimización de resistencias. Los directivos y responsables aportan opiniones y aquellas que generan menos resistencias se materializan, entendiendo erróneamente que existe el consenso necesario para llevarlas adelante.
En el fondo esta forma de actuar produce decisiones de baja calidad al estar marcadas, pese al disfraz de un aparente consenso, por un componente mucho más individualista (hoy por ti mañana por mí) que colaborativo, lo que termina redundando en resultados pobres y falta de compromiso real para su puesta en marcha.
La mejor decisión posible viene ponderada por la credibilidad de las personas
La meritocracia de las ideas frente a la democracia del individuo
El exitoso empresario estadounidense Ray Dalio, ha hablado en muchas ocasiones sobre la necesidad de un cambio de gestión en la toma de decisiones empresariales. Una nueva metodología que deje de lado la democracia y se centre en una meritocracia de ideas.
Con esto, una de las 100 personas más influyentes en el mundo según la revista Time, considera que la mejor decisión posible viene ponderada por la credibilidad de las personas.
El Recolector de Puntos de Ray Dalio
En una entrevista para Executive Excellence, Dalio habla sobre esta meritocracia que han logrado llevar a la práctica gracias a un Recolector de Puntos. Con esta aplicación, en su fondo de inversión, Bridgewater Associates, ponen en común los desacuerdos y las diferentes formas de pensar de las personas con la finalidad de aportar una solución basada en sus credibilidades.
Esta aplicación ofrece la oportunidad a los empleados de que puedan calificarse entre sí sobre la base de 100 atributos diferentes.
La credibilidad en los equipos empresariales
La línea que sigue Ray Dalio con este sistema es dejar claro que las personas tienen distintas ponderaciones de credibilidad para determinadas cualidades y situaciones. Estos datos se extraen mediante la calificación de los compañeros y gracias a varias pruebas de distinta tipología.
Teniendo en cuenta estos resultados y profundizando en la comprensión de qué pensamientos casan más con la situación que se cuestiona la empresa, se pueden tomar decisiones de mayor calidad.
Debemos aprovechar las ventajas de nuestra tecnología, la pericia de las personas y su conocimiento
Aplicaciones de la inteligencia [artificial] colectiva
Este empresario busca con este modelo identificar y utilizar las mejores ideas y aquellas concepciones superiores surgidas de las interrelaciones. No obstante, para ello se necesita una tecnología que recolecte las puntuaciones y valoraciones, las analice, almacene y acumule.
En CiBUC ponemos el foco en la unión de las personas y la tecnología. De ahí que hablemos de inteligencia [artificial] colectiva, porque debemos aprovechar las ventajas de nuestra tecnología, la pericia de las personas y su conocimiento.
Más concretamente en la capacidad de generar ideas valiosas que sirvan para generar una inteligencia superior.
De esta inteligencia emergente de la adhesión de ideas de las personas, surge lo que nosotros definimos como la mejor decisión posible.